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La noche había envuelto
en penumbra toda la estancia. Las máscaras de madera africanas adquirían
diferentes formas con el resplandor de las pantallas y la pequeña lámpara del
estudio. Las sombras parecían haber sucumbido al espíritu de los guerreros,
impregnando las figuras de dioses egipcios, vasijas polícromas mixtecas y cerámicas
griegas cuyas siluetas oscuras parecían surgir de los fondos rojizos como seres
de la noche. Era el momento en que todo adquiría vida, donde el pasado resucitaba
como Osiris para enseñarnos lo que la historia escondía. Incluso Isabel tenía
otro aspecto. Su pelo cobrizo era más intenso por el reflejo de la luz, al
igual que los ojos esmeraldas, brillantes y enigmáticos.
Dejó la taza de té en la
mesita y se acercó al ordenador de sobremesa para poner nuevamente las cuatro
imágenes en orden según el catálogo del Museo de Kiev.
-Si observamos los cuatro
en conjunto la mirada va recorriendo un camino, siempre a la derecha, alejándose,
acercándose y volviendo a alejarse hasta la estatua –movió el cursor siguiendo
una línea imaginaria-. Es lo que se denomina anisonopría del campo gráfico.
Cuando observamos un cuadro solemos comenzar por el lado izquierdo hacia el derecho
y, según en qué parte del espacio formato esté el elemento, tiene un efecto
compositivo distinto. Si los barcos estuvieran orientados de frente o hacia la
izquierda, romperían el ritmo, dejarían de tener el mismo valor que el resto.
Con el segundo cuadro sucede lo mismo. El tren mira hacia oriente, hacia la
Plaza Roja, y las líneas que forman los edificios y formaciones de soldados van
convergiendo hacia la estatua.
Dos líneas paralelas
rojas iban enlazando cada pintura, creando la ilusión de distintas superficies.
-Lo normal –continuó
explicando-, es que desde el inicio haya elementos de poca complejidad que no
obstaculicen la mirada y esta pueda fluir hacia zonas de más peso visual, de
más importancia.
-Sin embargo, en el
primer cuadro no se aplica esa regla –observó Rubén.
-Efectivamente. El barco
o buque de la izquierda es mayor que el tercero situado al otro extremo, lo que
nos lleva centrar la atención desde el principio. ¿Con ello quería decir Víktor
Petrograd que la zona de tensión del cuadro es esa? –Isabel permaneció unos
segundos en silencio, dejando que Rubén pensara-. La composición es de esta
forma porque nos quiere transmitir la idea de que los barcos se están alejando
del puerto. Parten desde la izquierda, el buque más grande y, progresivamente,
vemos como los otros se alejan mediante la reducción de su tamaño en el espacio
formato. Nunca se empieza desde la lejanía sino desde la cercanía. Por ejemplo,
en una carrera, un espectador siempre verá la salida más grande, más cercana,
que el punto de llegada. Así lo concibe Petrograd. Recuerda que el tamaño de un
elemento y su situación en el espacio formato dará un efecto de cercanía o
lejanía. Cuanto más pequeño más lejos y viceversa.
-Ahora comprendo –dijo
Rubén mientras señalaba el segundo cuadro-. En el caso del tren ocurre a la
inversa, no va hacia un lugar sino que viene hacia un lugar, en este caso viene
hacia la Plaza Roja.
-Sí –asintió con la
cabeza-. Este es un buen ejemplo de la falta de elementos complejos en la
izquierda y, conforme se avanzan siguiendo las líneas de fuerza subyacentes, aumenta
la tensión en el espacio formato hasta llegar a la locomotora que cubre la
mayoría del espacio. Aquí sí podemos saber qué dirección lleva el tren. En
cualquier obra pictórica existe una estructura de líneas de fuerza que subyacen
y marcan el camino para leer la composición. El observador siempre recorrerá
los elementos de un cuadro según establezca el pintor. Petrograd establece esas
líneas de fuerza, esas direcciones visuales, en la distribución del peso
visual, es decir, en la distribución de los elementos más o menos importantes,
los buques, el tren y el edificio central de la Plaza Roja. A ello hay que
añadir otra variable para comprender el tercer cuadro –pulsó una tecla
surgiendo los cuatro ejes del plano en color azul-. Todos los elementos que
estén dentro de los ejes de un plano tienen más peso visual. En el caso de los
buques, están más o menos en la línea horizontal de la composición; el tren
ocupa el eje horizontal y el inclinado sur-norte; mientras que el elemento con
más peso, el que atrae nuestra atención, es el edificio central donde se cruzan
todas las líneas.
-Entonces, los cuadros
hablan de un viaje por mar y tierra hasta la Plaza Roja.
-En una primera lectura
sí. Nos habla de un viaje que se inicia en buques y continúa por tren hasta
Moscú, concretamente la Plaza Roja. Y dentro de la plaza nos está señalando el
edificio central, es decir, el Mausoleo de Lenin, desde donde Stalin y los
miembros del Partido Comunista presidían los desfiles –miró a Rubén con
firmeza-. Esa localización es la clave para llegar al final.
Rubén quedó
desconcertado. Pensaba que la estatua no formaba parte del recorrido, al
contrario, suponía que se trataba del objeto a buscar.
-Pensaba que todo
terminaba en la Plaza Roja de Moscú.
-No, es la penúltima
etapa. Y para ello hay que hacer una segunda lectura –contestó enigmática-. Te pondré
un ejemplo. ¿Conoces el Camino de Santiago, verdad?
-Sí, un camino de
peregrinación. ¿Qué tiene que ver con todo esto?
-El Camino de Santiago
tiene diversas etapas. Por este motivo se dice que el juego de la Oca
representa el Camino de Santiago. La gran mayoría de los peregrinos están
convencidos de que el final del trayecto, la casilla 63, es la Catedral de
Santiago de Compostela, la tumba misma del Apóstol. Sin embargo, esa es la
penúltima etapa del viaje. La casilla 63 corresponde a Finisterre, final de la
tierra, donde todo muere para volver a nacer –Isabel hizo una pausa para
prepararse otro té-. Con esta serie de cuadros ocurre lo mismo. Son distintas
etapas hasta llegar a la estatua que puede ser un lugar físico, un objeto o un
símbolo metafísico –volvió a hacer una pausa-. Así como Santiago de Compostela
es uno de los centros más importantes de la cristiandad y la Meca el lugar de
peregrinación de los musulmanes, la Plaza Roja y, concretamente el Museo de
Lenin, es el centro más importante del Comunismo. Por tanto, aunque es un
enclave importante, no es el final del camino.
-Te has referido a una
segunda lectura para conocer el lugar donde está la estatua, la meta, por así
decirlo.
-Más que decir el lugar
donde está la estatua es preferible hablar de meta. El primer cuadro representa
el símbolo del agua. Dentro de las tradiciones judía y cristiana el agua
representa la fuente de la vida, de fecundación del alma, el germen, el origen
de la creación. Por tanto, los buques en el mar representan el punto de partida
del camino iniciático, del camino de la vida. Y esa vida es espiritual si nos
atenemos al segundo cuadro que representa el aire.
-¿No representa mejor la
tierra?
-Podría, pero te olvidas
de un detalle importante, se trata de un tren de vapor, no eléctrico –aclaró
Isabel-. El aire es el símbolo de espiritualidad, un elemento activo que se
identifica con el soplo vital, el Verbo, el Alma universal. Si nos ceñimos a
esta interpretación, el segundo cuadro nos dice que ese viaje iniciático, ese
camino de la vida, ha de hacerse espiritualmente para evolucionar y encontrar
la luz de la sabiduría, representada por la estatua dorada.
-Entonces, el tercer
cuadro del Desfile en la Plaza Roja, simboliza la tierra.
-Efectivamente. La tierra
simboliza la fecundidad, la regeneración. Su función es maternal. Por eso se le
llama la Gran Madre. Pero también se aplica a un lugar espiritual: Tierra Santa
o Jerusalén celestial para los cristianos, Tierra Prometida o Canaán para los
hebreos e incluso Itaca para Ulises. En este caso, no puedo explicar por qué
está el cuadro en tercera posición, cuando debería ponerse el primero, junto a
los buques zarpando, puesto que es un símbolo más material. No obstante, si se
aplica como lugar espiritual, Víktor Petrograd puede que nos esté indicando que
ese camino iniciático nos llevará a un estado espiritual de iluminación, a esa
Tierra Prometida que nos libera de la oscura ignorancia.
-Y el último cuadro, el
Jardín Dorado, es ese lugar.
-Es la meta a alcanzar. El
fuego es símbolo de purificación y regeneración, pero también de iluminación.
Es, en esencia, la purificación del alma, del intelecto hasta llegar a
comprender el todo. La estatua dorada simboliza precisamente la iluminación, la
sabiduría, ese estado que trasciende lo físico.
-De todas formas, no me
queda claro la estatua dorada. Representa la sabiduría, la iluminación, pero
porta una espada, símbolo de la justicia.
-Por un lado simboliza la
justicia junto con la balanza. Efectivamente la espada es un símbolo guerrero,
militar e incluso asociado a la realeza. Con su hoja afilada separa el bien del
mal. Pero si observamos su hoja brillante, también le otorga un significado más
profundo: la luz. La espada flameante también separa la ignorancia de la
sabiduría. Incluso los japoneses representan la espada como símbolo del
conocimiento que corta todos los obstáculos para conseguir el despertar
espiritual.
Rubén asintió satisfecho.
-Podríamos decir que la
colección de Víktor Petrograd representa un viaje físico y espiritual.
-Claro, y para hallar la
meta es necesario tener en cuenta los dos niveles de lectura –Isabel cerró
todas las ventanas, desapareciendo de la pantalla cada una de las imágenes de
los cuadros. A continuación se giró mirando fijamente a Rubén-. La pregunta es
¿qué importante viaje se produjo en la Rusia de 1936, 37 o 38 para que Víktor
Petrograd lo plasmara en sus cuadros? ¿Qué ocurrió en ese viaje para que Ignacio
Gorján sea capaz de mandar asesinar por conseguir la información? ¿Qué estamos
buscando?
Rubén comenzó a pasear
por el estudio meditabundo, entre la luz y la tiniebla, junto a la estantería
de madera repleta de libros de arte, historia y literatura y frente a las
máscaras africanas de grandes rasgos. Estuvo en silencio unos minutos hasta que
se paró en seco y sonrió. Quizás era verdad que los espíritus de los guerreros
rondaban para inspirar.
-Ya sé de qué viaje se
trata y lo que estamos buscando. Si estoy en lo cierto, nos encontramos ante
uno de los descubrimientos más importantes de España en el último siglo. Resolveríamos
el enigma que durante décadas se ha ocultado por parte del gobierno soviético
–se acercó al ordenador de sobremesa y comenzó a buscar en la base de datos-.
También me atrevo a decirte que tienes razón. Se trata de un doble viaje: real
y simbólico. Con el análisis de los cuadros nos ha permitido descubrir la clave
oculta.
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