martes, 30 de mayo de 2017

El cuadro. Capítulo 16




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La noche había envuelto en penumbra toda la estancia. Las máscaras de madera africanas adquirían diferentes formas con el resplandor de las pantallas y la pequeña lámpara del estudio. Las sombras parecían haber sucumbido al espíritu de los guerreros, impregnando las figuras de dioses egipcios, vasijas polícromas mixtecas y cerámicas griegas cuyas siluetas oscuras parecían surgir de los fondos rojizos como seres de la noche. Era el momento en que todo adquiría vida, donde el pasado resucitaba como Osiris para enseñarnos lo que la historia escondía. Incluso Isabel tenía otro aspecto. Su pelo cobrizo era más intenso por el reflejo de la luz, al igual que los ojos esmeraldas, brillantes y enigmáticos.

Dejó la taza de té en la mesita y se acercó al ordenador de sobremesa para poner nuevamente las cuatro imágenes en orden según el catálogo del Museo de Kiev.



-Si observamos los cuatro en conjunto la mirada va recorriendo un camino, siempre a la derecha, alejándose, acercándose y volviendo a alejarse hasta la estatua –movió el cursor siguiendo una línea imaginaria-. Es lo que se denomina anisonopría del campo gráfico. Cuando observamos un cuadro solemos comenzar por el lado izquierdo hacia el derecho y, según en qué parte del espacio formato esté el elemento, tiene un efecto compositivo distinto. Si los barcos estuvieran orientados de frente o hacia la izquierda, romperían el ritmo, dejarían de tener el mismo valor que el resto. Con el segundo cuadro sucede lo mismo. El tren mira hacia oriente, hacia la Plaza Roja, y las líneas que forman los edificios y formaciones de soldados van convergiendo hacia la estatua.

Dos líneas paralelas rojas iban enlazando cada pintura, creando la ilusión de distintas superficies.



-Lo normal –continuó explicando-, es que desde el inicio haya elementos de poca complejidad que no obstaculicen la mirada y esta pueda fluir hacia zonas de más peso visual, de más importancia.

-Sin embargo, en el primer cuadro no se aplica esa regla –observó Rubén.

-Efectivamente. El barco o buque de la izquierda es mayor que el tercero situado al otro extremo, lo que nos lleva centrar la atención desde el principio. ¿Con ello quería decir Víktor Petrograd que la zona de tensión del cuadro es esa? –Isabel permaneció unos segundos en silencio, dejando que Rubén pensara-. La composición es de esta forma porque nos quiere transmitir la idea de que los barcos se están alejando del puerto. Parten desde la izquierda, el buque más grande y, progresivamente, vemos como los otros se alejan mediante la reducción de su tamaño en el espacio formato. Nunca se empieza desde la lejanía sino desde la cercanía. Por ejemplo, en una carrera, un espectador siempre verá la salida más grande, más cercana, que el punto de llegada. Así lo concibe Petrograd. Recuerda que el tamaño de un elemento y su situación en el espacio formato dará un efecto de cercanía o lejanía. Cuanto más pequeño más lejos y viceversa.

-Ahora comprendo –dijo Rubén mientras señalaba el segundo cuadro-. En el caso del tren ocurre a la inversa, no va hacia un lugar sino que viene hacia un lugar, en este caso viene hacia la Plaza Roja.

-Sí –asintió con la cabeza-. Este es un buen ejemplo de la falta de elementos complejos en la izquierda y, conforme se avanzan siguiendo las líneas de fuerza subyacentes, aumenta la tensión en el espacio formato hasta llegar a la locomotora que cubre la mayoría del espacio. Aquí sí podemos saber qué dirección lleva el tren. En cualquier obra pictórica existe una estructura de líneas de fuerza que subyacen y marcan el camino para leer la composición. El observador siempre recorrerá los elementos de un cuadro según establezca el pintor. Petrograd establece esas líneas de fuerza, esas direcciones visuales, en la distribución del peso visual, es decir, en la distribución de los elementos más o menos importantes, los buques, el tren y el edificio central de la Plaza Roja. A ello hay que añadir otra variable para comprender el tercer cuadro –pulsó una tecla surgiendo los cuatro ejes del plano en color azul-. Todos los elementos que estén dentro de los ejes de un plano tienen más peso visual. En el caso de los buques, están más o menos en la línea horizontal de la composición; el tren ocupa el eje horizontal y el inclinado sur-norte; mientras que el elemento con más peso, el que atrae nuestra atención, es el edificio central donde se cruzan todas las líneas.




-Entonces, los cuadros hablan de un viaje por mar y tierra hasta la Plaza Roja.

-En una primera lectura sí. Nos habla de un viaje que se inicia en buques y continúa por tren hasta Moscú, concretamente la Plaza Roja. Y dentro de la plaza nos está señalando el edificio central, es decir, el Mausoleo de Lenin, desde donde Stalin y los miembros del Partido Comunista presidían los desfiles –miró a Rubén con firmeza-. Esa localización es la clave para llegar al final.

Rubén quedó desconcertado. Pensaba que la estatua no formaba parte del recorrido, al contrario, suponía que se trataba del objeto a buscar.

-Pensaba que todo terminaba en la Plaza Roja de Moscú.

-No, es la penúltima etapa. Y para ello hay que hacer una segunda lectura –contestó enigmática-. Te pondré un ejemplo. ¿Conoces el Camino de Santiago, verdad?

-Sí, un camino de peregrinación. ¿Qué tiene que ver con todo esto?

-El Camino de Santiago tiene diversas etapas. Por este motivo se dice que el juego de la Oca representa el Camino de Santiago. La gran mayoría de los peregrinos están convencidos de que el final del trayecto, la casilla 63, es la Catedral de Santiago de Compostela, la tumba misma del Apóstol. Sin embargo, esa es la penúltima etapa del viaje. La casilla 63 corresponde a Finisterre, final de la tierra, donde todo muere para volver a nacer –Isabel hizo una pausa para prepararse otro té-. Con esta serie de cuadros ocurre lo mismo. Son distintas etapas hasta llegar a la estatua que puede ser un lugar físico, un objeto o un símbolo metafísico –volvió a hacer una pausa-. Así como Santiago de Compostela es uno de los centros más importantes de la cristiandad y la Meca el lugar de peregrinación de los musulmanes, la Plaza Roja y, concretamente el Museo de Lenin, es el centro más importante del Comunismo. Por tanto, aunque es un enclave importante, no es el final del camino.

-Te has referido a una segunda lectura para conocer el lugar donde está la estatua, la meta, por así decirlo.

-Más que decir el lugar donde está la estatua es preferible hablar de meta. El primer cuadro representa el símbolo del agua. Dentro de las tradiciones judía y cristiana el agua representa la fuente de la vida, de fecundación del alma, el germen, el origen de la creación. Por tanto, los buques en el mar representan el punto de partida del camino iniciático, del camino de la vida. Y esa vida es espiritual si nos atenemos al segundo cuadro que representa el aire.

-¿No representa mejor la tierra?

-Podría, pero te olvidas de un detalle importante, se trata de un tren de vapor, no eléctrico –aclaró Isabel-. El aire es el símbolo de espiritualidad, un elemento activo que se identifica con el soplo vital, el Verbo, el Alma universal. Si nos ceñimos a esta interpretación, el segundo cuadro nos dice que ese viaje iniciático, ese camino de la vida, ha de hacerse espiritualmente para evolucionar y encontrar la luz de la sabiduría, representada por la estatua dorada.

-Entonces, el tercer cuadro del Desfile en la Plaza Roja, simboliza la tierra.

-Efectivamente. La tierra simboliza la fecundidad, la regeneración. Su función es maternal. Por eso se le llama la Gran Madre. Pero también se aplica a un lugar espiritual: Tierra Santa o Jerusalén celestial para los cristianos, Tierra Prometida o Canaán para los hebreos e incluso Itaca para Ulises. En este caso, no puedo explicar por qué está el cuadro en tercera posición, cuando debería ponerse el primero, junto a los buques zarpando, puesto que es un símbolo más material. No obstante, si se aplica como lugar espiritual, Víktor Petrograd puede que nos esté indicando que ese camino iniciático nos llevará a un estado espiritual de iluminación, a esa Tierra Prometida que nos libera de la oscura ignorancia.



-Y el último cuadro, el Jardín Dorado, es ese lugar.

-Es la meta a alcanzar. El fuego es símbolo de purificación y regeneración, pero también de iluminación. Es, en esencia, la purificación del alma, del intelecto hasta llegar a comprender el todo. La estatua dorada simboliza precisamente la iluminación, la sabiduría, ese estado que trasciende lo físico.

-De todas formas, no me queda claro la estatua dorada. Representa la sabiduría, la iluminación, pero porta una espada, símbolo de la justicia.

-Por un lado simboliza la justicia junto con la balanza. Efectivamente la espada es un símbolo guerrero, militar e incluso asociado a la realeza. Con su hoja afilada separa el bien del mal. Pero si observamos su hoja brillante, también le otorga un significado más profundo: la luz. La espada flameante también separa la ignorancia de la sabiduría. Incluso los japoneses representan la espada como símbolo del conocimiento que corta todos los obstáculos para conseguir el despertar espiritual.



Rubén asintió satisfecho.

-Podríamos decir que la colección de Víktor Petrograd representa un viaje físico y espiritual.

-Claro, y para hallar la meta es necesario tener en cuenta los dos niveles de lectura –Isabel cerró todas las ventanas, desapareciendo de la pantalla cada una de las imágenes de los cuadros. A continuación se giró mirando fijamente a Rubén-. La pregunta es ¿qué importante viaje se produjo en la Rusia de 1936, 37 o 38 para que Víktor Petrograd lo plasmara en sus cuadros? ¿Qué ocurrió en ese viaje para que Ignacio Gorján sea capaz de mandar asesinar por conseguir la información? ¿Qué estamos buscando?

Rubén comenzó a pasear por el estudio meditabundo, entre la luz y la tiniebla, junto a la estantería de madera repleta de libros de arte, historia y literatura y frente a las máscaras africanas de grandes rasgos. Estuvo en silencio unos minutos hasta que se paró en seco y sonrió. Quizás era verdad que los espíritus de los guerreros rondaban para inspirar.


-Ya sé de qué viaje se trata y lo que estamos buscando. Si estoy en lo cierto, nos encontramos ante uno de los descubrimientos más importantes de España en el último siglo. Resolveríamos el enigma que durante décadas se ha ocultado por parte del gobierno soviético –se acercó al ordenador de sobremesa y comenzó a buscar en la base de datos-. También me atrevo a decirte que tienes razón. Se trata de un doble viaje: real y simbólico. Con el análisis de los cuadros nos ha permitido descubrir la clave oculta.

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