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El Mercedes-Benz Clase S
Berlina aparcó delante de la tienda de antigüedades. Mientras el motor se
mantenía en marcha Ignacio Gorján bajó y bordeó el coche para abrir la otra
puerta. Isabel sintió su mirada sensual y provocativa. Durante el trayecto
había intentado convencerla para ir a tomar unas copas.
-¿Seguro que no quieres
ir a Stephan's? -intentó darle otra oportunidad-. Ya sabes que a partir
de las doce de la noche se reúne lo más selecto del arte. No todo el mundo puede
entrar.
-No gracias, estoy muy
cansada -agradeció con una sonrisa forzada-. Además, Stephan's ya no es lo que era. No me
gusta ese ambiente. Demasiados esnobs en tan pocos metros cuadrados.
Ignacio Gorján asintió sin forzar la situación. No quería perder
la pieza tan pronto. Era ese tipo de hombres pescardores, que tiran y sueltan
el sedal para que el pez vaya perdiendo fuerzas hasta rendirse.
-Bien, lo comprendo. No obstante, me he permitido tomar la
inicitiva y traerte los dos cuadros de Víktor
Petrograd para que los guardes con el tercero que recuperasteis. Si no aceptas
mi oferta de dirigir la galería de arte, al menos restáuralos.
-De acuerdo. Déjame
pensar la oferta de la galería.
Acto seguido Gorján hizo
una señal al conductor y este, impecablemente trajeado, bajó y sacó del
maletero una caja de madera con los dos cuadros perfectamente embalados. Luego
se dirigió hacia el portal y esperó a que Isabel abriera. Sin embargo, ella se
dirigió a la puerta contigua que parecía ser la entrada a un garaje privado.
Subió la persiana y le indicó que lo dejara dentro. Ante el asombro del
conductor, Gorján le ordenó que lo hiciera.
-Esperaré tu respuesta.
No hay prisa. Quiero que sea tu proyecto -se acercó cada vez más hasta sentir
su perfume. La miró fijamente a los ojos, en el silencio de la noche, y
lentamente se inclinó hacia ella.
-Buenas noches Gorján -se
despidió Isabel con una sonrisa malévola.
***
Apenas quedaba gente en
el bar El Automático. Estaban
recogiendo las mesas y barriendo cuando BJ comenzó a guardar el ordenador
portátil en la mochila.
-No bajéis la guardia. A
partir de ahora os estarán vigilando -advirtió con semblante serio-. Lo mío no
es trabajo de campo. Me muevo con facilidad a través de la red. Ahí sí os puedo
ayudar. Pero en la calle no.
-Tranquilo, tomaremos
todas las precauciones posibles.
-De todas formas -sacó de
la mochila lo que parecía una radio o Walkie Talkie y se lo entregó a
Rubén-. Esto es un TSCM, vamos un barrido electrónico o detector de
micrófonos y localizadores. Este modelo rastrea un espectro amplio de
frecuencias GSM, 3G, WIFI, Bluetooth,
FM, VHF, UHF, 900/1200/2400. Haz de vez en cuando barridos.
-Puede que nos interese
tener algún micrófono oculto de ellos. Nos puede permitir darles información errónea.
BJ sonrió en una especie
de mueca maliciosa y divertida.
-El cazador cazado -pensó
en voz alta-. Y ahora, ¿qué pensáis hacer?
-Necesitamos reunir los
dos cuadros que tiene Gorján y estudiarlos a fondo junto con el que recuperé.
La clave está en los cuadros. Ellos nos dirán por qué son tan valiosos.
-Me has dicho antes que Víktor
Petrograd cambió radicalmente cuando llegó a Marsella -Rubén asentó-. Pasó de
ser una persona racional a otra más pasional, por así decirlo.
-¿A dónde quieres llegar?
-preguntó Rubén mientras caminaban por la calle Argumosa, más conocida
como el paseo marítimo, una calle ancha, poblada de árboles y terrazas.
-A veces, cuando uno
llega a un extremo suele pasar al otro, como un bucle. Quizás Víktor Petrograd
descubrió un nuevo mundo en el arte -se detuvo un momento y miró a Rubén con
aire filosófico-: no hay genio sin un gramo de locura.
-Aristóteles, como no.
-Quizás le pasó como a
Don Quijote, veía cosas que otros no veían.
-¿Quieres decir que Víktor Petrograd se volvió loco y los cuadros
no tienen sentido?
BJ sonreía divertido,
cabizbajo y con las manos en los bolsillos. Le gustaba hablar con Rubén dando
un cierto toque de hermetismo.
-¿Realmente Don Quijote
se volvió loco o era el hombre más cuerdo de la Mancha?
-Te comprendo. Hay que
revisar nuestra concepción de la realidad y no descartar nada.
-Pensamiento lateral. No
todo tiene un solo enfoque -BJ se sentía relajado-. ¿Qué es necesario para
abrir una puerta? -preguntó divertido, casi infantil.
-Una llave, supongo.
-Has contestado muy
rápido. ¿Por qué no te has parado a pensar que la respuesta más lógica es que
la puerta esté cerrada? De nada te sirve una llave si la puerta está abierta
-sonrió satisfecho. A BJ le gustaban los acertijos, los enigmas. A veces él
parecía ser un enigma-. Te recomiendo La puerta de los tres cerrojos, de
Sonia Fernández-Vidal. Es más que un libro.
-¿Con esto quieres decir
que los cuadros de Víktor Petrograd deben ser vistos desde una perspectiva
simbólica más que realista?
-Nosotros los hackers
solemos dejar mensajes o comentarios en los códigos fuente que escribimos para crear una
aplicación. Tienen apariencia de meras instrucciones, pero el perspicaz le
encuentra la gracia -BJ seguía caminando, absorto en pensamientos que Rubén desconocía,
con la misa mirada que pone cuando intenta imaginar el acceso a un sistema
informático-. En literatura ha ocurrido mucho, escritores que empleaban un
doble lenguaje cuando la Inquisición andaba al acecho. Incluso los mismos
alquimistas hablaban simbólicamente para guardar el secreto. Con esto quiero
decir que si hay alguien capaz de matar por esos cuadros es porque contienen
algún mensaje que está a la vista de todo el mundo pero nadie lo ve, nadie lo
sabe interpretar. Si sois perspicaces,
es posible que le veáis la gracia, el verdadero sentido.
-Hasta ahora más que
gracia hemos visto desgracia.
-Y hablando de gracia, ¿qué
le dice un bit al otro? -preguntó como si estuviera con sus colegas-, nos vemos
en el bus -empezó a reír solo.
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