martes, 4 de abril de 2017

El cuadro. Capítulo 4



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Antes de continuar con la crónica he de pedir perdón por la tardanza en publicar esta cuarta parte. No hay excusa para alguien que dispone de abundante información. Sin embargo, los datos que Mr. Canetnes aportó en su momento los he tenido que contrastar con terceras fuentes. No quiero adelantar echos, pero han pasado siete años y parte de los protagonistas de la crónica, como el viejo joyero, ya no están entre nosotros. Es por esta razón por lo que necesito consultar más fuentes y descartar que haya contrariedades. Agradezco vuestra paciencia y, como muestra de mi compromiso, he decidido aportar la información que BJ envió a Isabel y Rubén antes de que este se entrevistara con  Mr. Canetnes. Aseguro que no es un mero capítulo para entretener, todo lo contrario. BJ aportó muchas pistas que posteriormente ayudó a Rubén en la entrevista. Lejos que perder el tiempo, considero que arroja algo de luz a lo que va a venir en la parte quinta.

Reitero mi agradecimiento por vuestra paciencia y comprensión.

David Bruma



Desde la terraza del  Hôtel La Residence Du Vieux Port podía verse todo lo ancho del Vieux Port, las embarcaciones, los antiguos edificios bordeando como murallas erosionadas por el tiempo y, al fondo, el Théâtre La Criée, la Opéra de Marseille y la asombrosa basílica de Notre-Dame de la Garde. La torre de la Basílica prevalecía sobre el resto de la estructura, en lo alto de la colina, como si de un faro se tratara. Mientras Isabel preparaba el equipo fotográfico, Rubén llamó a BJ en busca de alguna pista antes de hablar con el viejo joyero Mr. Canetnes. 

-¿Diga? -preguntó una voz somnoliente.

-BJ, no me digas que aún sigues durmiendo -dijo Rubén mientras activaba la opción de manos libres en el smartphone.

-¿Eres tú Rubén? ¿Qué hora es?

-Las tres de la tarde. 

Al otro lado de la línea se escuchó un bostezo seguido de un largo silencio.

-Aunque no lo creas BJ, el mundo sigue girando.

-No me digas. Que siga girando. Anoche di más vueltas en un minuto que el mundo en una hora. 

BJ tenía tres grandes pasiones: parkour, ajedrez e informática. En todos los casos sobresalía, ganándose el respeto y admiración de sus colegas. Desde hacía un tiempo ayudaba a Isabel y Rubén en el profundo y oscuro mundo digital. A cambio, podía permitirse pagar los estudios y parte del alquiler del piso de estudiantes. También era altruista. Colaboraba con varias asociaciones en proyectos sociales y de cuando en cuando daba charlas a los niños sobre los peligros de las redes sociales. 

-¿Otra vez habéis entrenado en el parque Madrid Río? -preguntó Rubén.

-Sí. Casi me jodo el brazo izquierdo con el salto de precisión 360 grados.

-Me conformo con que no lleves encima el portátil cada vez que saltes.

-No sabía que estaba prohibido llevarlo encima -dijo irónicamente. BJ se incorporó de la cama, a juzgar por los sonidos de fondo, y  comenzó a teclear con la misma velocidad que sus saltos-. Tengo la información que me pediste. Te lo he mandado por correo electrónico encriptado con PGP.

-¿Qué me puedes decir de Pierre Nouvie?.

-Bueno, a decir verdad, poco. No consta fecha de nacimiento, aunque sí la de su muerte, en el año dos mil, a los noventa años. Estuvo casado con Jeanne y tuvieron un hijo llamado Jean Pierre -hubo una pausa con un constante tecleo de fondo-. Parece que tenía buenas habilidades con el diseño porque creó joyas para la burguesía francesa. Aunque trabajaba en un taller de Marsella, sus creaciones viajaron por toda Francia.

-Si sus creaciones fueron famosas, ¿como es que nunca se ha hablado de él?

-Porque el sello o la firma era de la casa Canet. 

-Canet de  Mr. Canetnes -puntualizó Rubén-.  El genio detrás del socio capitalista.

-Por lo que he podido encontrar, las joyas comenzaron a ser famosas a principios de los años cuarenta del siglo pasado. Supongo que por entonces empezó a trabajar para  Mr. Canetnes. 

-Interesante.

-En cuanto al “Desfile en la Plaza Roja”, forma parte de cuatro cuadros pintados por Víktor  Petrograd. Nadie se pone de acuerdo en la fecha en que se pintaron y, aunque no tienen firma, todos coinciden en que es de este pintor ruso. De los cuatro cuadros, el primero reproduce un puerto con cuatro buques zarpando, el segundo un tren atravesando un helado paisaje, el tercero es el desfile y el cuarto, supuestamente, una casa señorial. 

-¿Supuestamente? -preguntó Rubén desconcertado.

-Sí. Hay un catálogo del Museo de Kiev donde viene una reseña de los cuatro cuadros. Estuvieron expuestos muy poco tiempo. Luego tres de ellos se vendieron y el cuarto desapareció. No hay imágenes del cuarto cuadro, nadie lo ha visto desde entonces.

-¿Cuando fueron expuestos los cuadros?

-En 1940. Un par de meses.

BJ dejó de teclear y un largo silencio se hizo en la habitación. Rubén mantenía la mirada abstraída, perdida dirección a la colina de la Basílica. 

-¿Y Víktor  Petrograd? -preguntó mientras cogía la tablet para tomar notas.

-He indagado en la red rusa y ha habido más suerte. Aunque fue un pintor ruso, nació en Kiev, Ucrania, en 1910. Hijo de un importante industrial que amasó fortuna gracias  a la revolución industrial del imperio ruso. Por lo visto destacó desde muy pequeño por sus grandes dotes para la pintura. Primero fue a la Facultad de Arte de Járkov y después a la Vjutemás o Talleres de Enseñanza Superior del Arte y de la Técnica de Moscú. Fue aquí donde destacó por sus obras -hubo un silencio seguido del sonido de las teclas del ordenador-… “de corte patriótico, retratando fielmente el espíritu de la Revolución de Octubre”. Retrató a los que encabezaron el Politburó: Lenin, Trotski, Stalin, Kámenev y Krestinski. Estuvo afiliado en la Asociación de Artistas de la Rusia Revolucionaria dentro del... “movimiento realismo socialista”.

-Eso significa que se rodeó de los personajes más importantes e influyentes de la Unión Soviética.

-Sí. Según varios historiadores del arte rusos entró en los círculos cercanos a Stalin. Parece que toda su obra giró en torno a la…, un momento -dijo BJ mientras marcaba con el ratón óptico un párrafo-, “glorificación de la sociedad socialista, reflejando la fuerza, virtudes y felicidad del proletariado”. Entre los cuadros importantes, además de los grandes personajes de la época, hay pinturas sobre las granjas colectivas de los koljós, obreros en las fábricas y en las asambleas de los trabajadores o sóviets y, sobretodo, “plasmó fielmente las hazañas de la Revolución de octubre y los enfrentamientos contra el ejército de  Aleksandr Kolchak y las revueltas de los antibolcheviques”.

-Todo un ferviente soviético -dijo Rubén mientras descargaba la documentación en la tablet que BJ le había enviado por correo electrónico-. ¿Qué más tienes?

-Nada más -se produjo un silencio-. Sí, nada más. En 1937 dejó de pintar cuadros y oficialmente murió en abril de 1938. He buscado por la Internet profunda, realizado búsquedas con palabras clave en distintos idiomas y nada. Parece como si se lo hubiera tragado la tierra -Isabel escuchaba atentamente mientras hacía memoria del arte realista soviético. Los datos que BJ había conseguido eran verosímiles, aunque poco aportaban a la investigación-. Siento no poder aportar más información. Ya sabéis que la historia siempre se ha escrito en papel.

BJ tenía razón. La mayoría de la historia estaba en los archivos, en sótanos oscuros  enclaustrados bajo llave excluidos de las nuevas tecnologías. Pero también podía haber otro tipo de archivo más veraz y accesible.

-No te preocupes BJ -dijo Rubén-, has hecho un buen trabajo. Me has dado muchos datos importantes. Ahora solo queda consultar un archivo que nadie conoce:  Mr. Canetnes. Seguro que tiene mucho que contar.

Isabel y Rubén se quedaron mirando unos segundos, como si se comunicaran a través del pensamiento. Sus miradas lo expresaban todo.

-Cada vez veo más posible que Pierre Nouvie y Víktor  Petrograd sean la misma persona -dijo Isabel.

-Estoy de acuerdo contigo. Coinciden los lugares y las fechas, que ha encontrado BJ, con las  cartas y postales legadas a Parisi. La cuestión es por qué desapareció Petrograd  si lo tenía todo en la Unión Soviética. Era famoso, se codeaba con la “realeza” soviética, formaba parte de esa élite de “ingenieros del alma”. 

-¿Y qué tienen que ver los cuadros en todo esto? ¿Qué tienen de especial para que alguien robe o mate? -Isabel cogió un cuaderno de notas y buscó una página en concreto-. Por lo pronto sabemos que hay cuatro cuadros. Eso confirmado. Tres de ellos los tiene Ignacio Gorján y el cuarto lo tiene escondido el exnovio de Parisi. 

-Debemos saber porqué Víktor Petrograd dejó de pintar en 1937 y simuló su muerte en 1938 para convertirse en  Pierre Nouvie -Rubén se levantó de la silla y comenzó a recoger su material de investigación mientras Isabel ultimaba la bolsa fotográfica-. Bien, estudia  todos los cuadros que hay en la casa de campo e intenta que Parisi te aporte más información, lo que sea, aunque parezca que no tiene importancia. Confío en que el antiguo socio, Mr. Canetnes, esclarezca los hechos. Después de tantos años trabajando juntos seguro que conoce muchos secretos.


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